jueves, 29 de septiembre de 2011

SPINNING


Ahora quiero hacer Spinning.

Ayer en los vestuarios del gimnasio me dio por preguntar y me dijeron cosas como: “duro” “bestial” “música cañera” “calorías quemadas” “regular intensidad” “subir cuestas” etc., etc.

Y desde ayer no hago otra cosa que pensar en el Spinning.

Voy a sacarme un bono de dos días a la semana para probar. A ver si es verdad. Imagino que no será un paseo en bici a ritmo de verano azul, pero creo que mi compañera exagera ¿o no? ¡Ah, dichosa incertidumbre!

Ahora tengo que probarlo.

Problema. Pepito Grillo hace su estelar aparición. Desde el rotundo éxito del sábado esta más comedido con sus críticas, pero no desperdicia oportunidad para estropearme las ilusiones. Le encanta hundir en el pozo mi gozo.

¿Y cuándo vas a ir a hacer Spinning, el lunes, el miércoles o el viernes? Porque te recuerdo que vas a Fitness ¿El martes, el jueves o el domingo? Te vuelvo a recordar que sales a correr ¿El sábado?

El sábado no se puede. 

Puedo hacer un doblete Spinning-Fitness. Si lo hice con el Running-Fitness, no entiendo que no pueda cambiar un Runn  por un Spinn.

De momento no tengo planes a la vista. Mentira. Si que los  tengo, pero no los voy a decir. Se acabaron las locuras tres semanas antes. Tengo un mes largo para hacer cuanto se me antoje… antes de ponerme el corsé. Un mes para probar todos los ning del mercado, azules o rojos, con cafeína o sin ella. Un mes para llegar a casa baldada.

Que comience la fiesta.




martes, 27 de septiembre de 2011


CALCETINES DE EJECUTIVO Y MI TRONCO.

No es un tronco. Es una rama ¿Os imagináis que hubiese corrido por las Breñas con un tronco? Ya sé que soy fuerte, pero no tanto. Un tronco, además de ser el principal elemento estructural de un árbol que soporta las ramas y todo lo demás (palabras textuales de la wiki), puede referirse al cuerpo humano y al  del resto de los animales si prescindimos de las extremidades y la cabeza. Una definición muy psicópata, pero perfectamente comprensible.

Hay, no obstante, otra acepción más apropiada para mi tronco-bastón y es la que se refiere a tronco como amigo, colega o compañero.  Así, yo me encontré una rama que se convirtió en un tronco. Mi tronco.

Aquí lo tenéis. Que bonico.

Con su empuñadura y todo.
Calcetines de ejecutivo.


Preguntando unos días antes de la prueba en el foro Solidaridad y Deporte sobre que debía llevarme, alguien apunto las polainas. Si no quería estar quintándome las zapatillas cada 10 minutos para soltar la arena debía llevarme unas polainas o unos calcetines de ejecutivo.

Aquí me quedé a cuadros, la verdad.

Los calcetines de ejecutivo no son otros que los que usaríais para ir a la oficina si tenéis que llevar zapatos negros. Calcetines de nylon fino o nylon con algodón para el invierno. Me refiero a esos calcetines que abundan en el cajón de cualquier businessman. Si además de hombre de negocios nos encontramos ante un intrépido corredor, tenemos un cajón de calcetines con una policromía binaria.

Descartad los calcetines tipo media ipso facto. No sirven. Se rompen demasiado pronto. Vais a usar los gruesos de invierno ¿Qué vamos a hacer con ellos? Vamos a usarlos de polainas. La idea es sustituir unas polainas caras por unos calcetines baratos.

Comprad un par de calcetines de ejecutivo dos tallas mayor que la vuestra, poneos los calcetines de running, las zapatillas y encima (si, encima) los calcetines de ejecutivo negros.
Todo el mundo sabe que el negro es un color elegante que pega con todo. Lo digo por si alguno prefiere unos calcetines de rayas, rombos, azul marino, ositos, aviones… Todo vale.

Y ahora probad a correr por la arena. El tejido de los calcetines de ejecutivo, dicho de otra manera, el entramado del tejido es compacto, pequeño y elástico., tanto, que los granos de arena no caben por ellos ¿No os lo creéis? Haced la prueba.

Y así es como queda (esta foto esta tomada unos tres días antes de la carrera)
En mi caso, no hice ningún experimento previo. Abrí el cajón de los calcetines de mi marido,  la oscuridad crepuscular vampírica se desparramó por el dormitorio, escogí de entre aquella marabunta noir de calcetines emparejados y desemparejados unos calcetines ni demasiado nuevos ni demasiado viejos y cerré el pequeño cajón de la catedral gótica con un leve crujido…

Y sin saber muy bien si aquello funcionaría, me presenté en la carrera, me los puse y me olvidé de mis pies y mis zapatillas durante 28 Km. Éxito total. Lo único capaz de traspasar la red de unos calcetines de ejecutivo es el polvo. Nada más.

Tengo sin embargo, algunas pequeñas dudas con respecto a los corredores que no usan zapatillas convencionales:

¿Os imagináis a un corredor minimalista corriendo por el Sahara descalzo en el mes de julio?
¿Llegaría el primero?
¿Usan los minimalistas polainas?
¿Entra arena en las manoletinas o las Vibran Five Fingers?
En caso afirmativo:
¿Los calcetines irían por dentro o por fuera?
¿Se decantarían por los calcetines negros o preferirían el blanco AdLib?
¿Se pueden usar calcetines de ejecutivo con chanclas?


domingo, 25 de septiembre de 2011


BREÑA XTREME. BARBATE.

He pasado una mala noche. Apenas habré dormido cuatro horas en total cuando ya estoy ultimando los últimos preparativos. Llevo en mi mochila tipo Camel una bolsa de hidratación con capacidad de un litro y una botella de Gatorade de 50 cl. Es exactamente la cantidad de líquido que la organización exige a los corredores. Luego supe que para la Trail Bronce hubiese sido suficiente con un litro, pero os puedo asegurar que no me sobró nada.

He prescindido de la comida “abultada” Nada de piezas de frutas o bocadillos, llevo barritas de cereales y un par de geles. Por el contrario, aprovecho para desayunar a lo grande: un bocadillo de pan de centeno con mantequilla y un café con leche, un plátano y un racimo de uvas. Me siento como si llevase una tonelada de comida en el estómago, pero quedan más de horas para la carrera.

Con todo preparado, salimos mi marido y yo hacia Barbate. Son casi las nueve cuando llegamos al polideportivo, y hace bastante frío. Sin embargo, no veo una sola nube en el horizonte, el cielo esta completamente despejado y yo sé  muy bien lo que significa eso. Significa calor.

No hay demasiado bullicio. Las 350 personas que estamos allí no terminan de llenar el patio del polideportivo. Puedo ver de todo. Galgos altísimos y delgados, hombres musculosos de piernas como toneles, veteranos y veteranas, y muchas chicas. La mayoría de ellas vienen de acompañante, darán una sola vuelta como marchadoras y luego permanecerán en el polideportivo encargándose de la logística. La regla para los 24 horas es clara: no se puede salir del circuito bajo ningún concepto, así que traen tiendas de campaña, comida para dos días y sacos de dormir. Toda ayuda es poca. Quizá algún día ellas corran y ellos se queden preparando la comida. Quién sabe.


Y luego están los militares. Corren por equipos. Llevan camisetas blancas con el escudo de la legión o camisetas verdes si pertenecen a infantería o artillería. No estoy muy puesta en temas de uniformidad, pero el escudo de la legión es inconfundible. Se organizan perfectamente, salen todos juntos y los equipos  de tres o cuatro corredores llegan a la meta sin separarse ninguno de ellos, como una piña, como si cada uno de estos chicos fuera una pieza importante de un engranaje mayor del que no pueden prescindir para continuar. Me gustan estos chicos. Uno de ellos porta un estandarte con la bandera de España.

De momento no estoy nada nerviosa. De hecho, nunca me he encontrado tan tranquila a falta de pocos minutos para la salida. 

Repelente de mosquitos marca Mercadona
Termino de ultimar ciertos detalles. Vaselina para la cara interior de los muslos y los brazos, repelente de mosquitos en spray (una maravilla) ajustar la gorra, gafas, mochila y ponerme los calcetines negros de ejecutivo por encima de las zapatillas a modo de polainas. Me da muchísima vergüenza esto último. Casi nadie los lleva, excepto estos locos de la legión y algunos veteranos.  Mi acierto no pudo ser mayor.


Momento vaselina...
Momento vaselina II. Me encanta esta foto.
A falta de unos minutos, el organizador del evento, nos dice algo así: “Esta idea nació en  Des Sables y es la arena su inspiración. Es la misma arena que vais a maldecir y la que se os meterá en la cabeza hasta infectaros”  No le faltó razón.

Ajustando las gafas y con mi camiseta Dicorpo EXTREME SPORTWAY. Como molo.
Solo me faltan los calcetines, pero me da un corte viendo las polainas... (ver chico detrás de mi)
Suena el pistoletazo de salida a ritmo de “Enter Sandman” y avanzamos caminando o al trote. Antonio, un chico que lee mi blog, me saluda en la línea de salida. Supongo que me ha reconocido porque soy la única mujer que va sola. Ni en equipo, ni en pareja. Más sola que la una.

Camino los 300 primeros metros a paso rápido, mi idea es comenzar el trote nada más entrar en el parque, pero cambio de idea y comienzo a trotar para colocarme más o menos a la mitad del pelotón. Muchos de los corredores ya se pierden dentro de la maleza. El primer kilómetro  y medio es casi íntegro por asfalto y cuesta arriba. No me importa. Voy despacio y puede ser un calentamiento fenomenal.

COMIENZA EL JUEGO.

Os dije hace unos días que empezaría a trotar y seguiría hasta que no pudiese más ¿verdad? ¡Ja! Esto no se parece en nada a los caminos de tierra por los que yo corro. Toneladas de arena y cuesta arriba. Imaginad hacer 12 km. por arena sin parar de subir. El desnivel total hasta el Mirador (12 Km.) no es muy alto, son unos 312 metros totales, el problema es tratar de correr por la arena y que esta te frene los pies a cada paso. Cambio el chip. Llevo dos kilómetros y ya voy tan cansada como si llevase diez. Sé que me quedan 10 km cuesta arriba y tengo que completar 28. Los marchadores hace rato que quedaron atrás y los superhéroes del inicio se perdieron hace tiempo, en el medio quedamos unos pocos que iniciamos un divertido juego: ahora me pasas a mí, ahora yo te paso a ti... Intercalamos trote y caminata. Si hay que subir hay que hacerlo andando y si hay que bajar, cosa que ocurre pocas veces en el primer tramo, saltas como una cabra y recuperas posiciones con los compañeros.

Me acordé de la Pingüina. Todos llevan bastones. Todos. Y aquí estoy yo subiendo pendientes sin un p**o bastón al que agarrarme. Así que me fijo en el camino y de tanto mirar… encuentro lo que busco. Un tronco de madera de unos 80 cm de largo, curvado y con empuñadura y todo (veréis la foto) Flipante. Si dios existe, puso en mis manos un bastón de la leche.

Estoy en el Km. 4 y empiezo a encontrarme cansada, pero fuerte. Es un cansancio totalmente llevadero. Sé que mi intención inicial, hacer los 15 primeros kilómetros tan suaves que la carrera empezase verdaderamente a partir de ese momento, es una tontería. Como el terreno siga siendo así, voy a llegar muy cansada. La cuestión es que me gusta.

Y el juego sigue. Delante de mí van dos veteranas y una chica sola. Son objetivos a la vista. Las paso SIEMPRE  en las subidas y ellas lo hacen en las bajadas. Creo que todos somos conscientes de lo que esta pasando y a nadie le hace ni pizca de gracia que le pasen.  Es la ley de la selva en una selva de arena. La cuestión es que me gusta, repito.

Llego al primer punto de avituallamiento en el Km. 5 y me paro lo justo para sellar el ticket y preguntar:

¿Así es todo el recorrido? ¡Habrá algún camino por donde se pueda correr 3 minutos seguidos!

Risas. Se miran entre si y levantan los hombros en un “Ya lo verás”

Pasando el Km. 5 me adelanta uno de los equipos de la legión. Me animan muchísimo con sus palabras. Vuelvo a decir que me encantan estos chicos y además también llevan calcetines de ejecutivo. Y por fin, por fin, sobre el Km. 7 alcanzamos un camino de tierra lo suficientemente largo para poder trotar sin tener que parar. Eso hago. Siempre un trote aeróbico, nada de locuras ¡Me quedan 20 Km!

Al iniciar el trote, las veteranas me pasan rápidamente, pero, así son  las cosas, paran en el Km 8 y yo practico la “Venganza de la Tortuga” No solo eso, sigo pasando corredores que, en su afán por recuperar puestos, corrieron demasiado rápido en el primer camino de tierra y han agotado sus reservas demasiado pronto al entrar en arena de nuevo. Vuelvo a pasar al equipo de la legión y me encamino hacia el mirador. Todo es cuesta arriba ahora, las bajadas son mínimas y uno de los tramos es de piedras, no piedras pequeñitas, piedrazas de todos los tamaños.  Pensaréis que soy una masoquista pero me lo estoy pasando de la ostia.

EL MIRADOR Y ¡A MÍ LA LEGIÓN!

Cuando llego al mirador, sé que, de aquí en adelante, casi todo será cuesta abajo.
Paro, vuelven a sellarme el ticket y aprovecho para beberme la mitad del Gatorade y tomarme uno de los geles. Cada uno de ellos lleva 17 mg de cafeína además de la glucosa.

No vale sentarse. No me senté en ningún momento. Las piernas están cargadas de tanta subida pero también las siento fuertes, perfectamente preparadas para lo que estoy haciendo, así que comienzo la bajada.

¿Habéis corrido alguna vez cuesta abajo por un camino de piedras y raíces? Pues probadlo. Me salió sin pensar, pude haberme caído, pero me lancé y llegué al final sana y salva. Eso sí que es divertido. No puedes pensar, tienes que mirar en décimas de segundo donde vas a colocar los pies, es como un zig-zag, un juego de piernas y te sientes… ¡Guau! No se donde he aprendido a hacer algo así.

De nuevo un camino de tierra y a trotar se ha dicho. Si el camino tiene lagunas de arena me paro. Hace tiempo que me he dado cuenta de como afrontar esta prueba con garantías: tienes que adaptarte, ser versátil. De nada sirve que seas rápido si tus piernas no pueden subir una duna de arena., y de nada sirve que seas fuerte como un toro para subir cuestas si después no puedes correr ni cinco minutos. Es una medida de todas las cosas: agilidad, fuerza, velocidad y estrategia. Y siento que yo puedo aportar un poco de cada. Estoy bastante completa en este sentido. Lo que esta claro es que las subidas son lo mío y ahora mismo, en ese momento, adoro cada una de las sentadillas que he hecho.

Trotando al final del camino de tierra, sobre el Km.13 escucho voces detrás de mí. Son el equipo de la legión que dejé atrás en el Mirador que vuelven a darme alcance.

¡Pero bueno! ¿Qué pasa contigo? Te pasamos, nos pasas… ¡Eres una campeona!

Nos reímos, hacemos algunos chistes sobre nuestros calcetines-polainas y empiezan a marcar el ritmo. Me pongo detrás de ellos y les sigo. Uno de los chicos es el que dirige, indica cuando hay que parar y cuando hay que trotar (Esta que escribe esta encantada de la vida de formar parte de un pequeño escuadrón de la legión) y, poco a poco, a lo tonto, empezamos a alcanzar a algunos corredores. Voy mucho mejor en esta segunda parte que en la primera, las bajadas se agradecen, la arena es un poco más compacta y he guardado fuerzas. Los corredores, entre ellos una veterana de las 24 horas que piensa hacer 3 vueltas si el cuerpo se lo permite, se suman al improvisado escuadrón de marcha. Podríamos haber cantado canciones…

Soy el novio de la muerte…

O

¡¡Legionarios a luchar, legionarios a morir!!

No sufro, no hay dolor, me siento muy bien y nada de pensamientos negativos.
¿Cuánto tiempo estuve detrás de estos chicos? Pues calculo que nos separamos un kilómetro antes de llegar a la Torre del Tajo, esto es, en el Km.17. Estuve al menos 4 Km. detrás de ellos, entendí en ese tiempo la importancia de ir acompañado, de cómo el ritmo puede ser mayor y la motivación hacerse aún más grande con compañeros que a solas.

Sin embargo, soy consciente que mis fuerzas no son las de ellos y me quedan 11 Km. así que aminoro el paso y continuo con la veterana. En este tramo, desde el km. 17 al 20 más o menos (los kilómetros solo estaban señalados al principio) me olvido de la competitividad. Es lo que tiene. Vamos andando a paso vivo el tramo cuesta arriba hasta la Torre del Tajo y hablamos de un montón de cosas, inclusive de lo difícil que resulta lidiar con hijos adolescentes. No se si a los hombres os podría pasar una cosa así, pero creo que las mujeres en general somos bastantes menos competitivas, o al menos no nos lo tomamos tan en serio… hasta que me dice:

Pues llevas un tiempo muy bueno ¿Vas buscando alguna marca?
No… No sé. Voy buscando el límite de mis fuerzas.

Veréis, al mirar mi reloj daba por hecho que mi tiempo era una mierda, pero al decírselo a mi compañera va y me dice:

Esto no es asfalto… así que cuando quieras tira.

Y comienzo a trotar cuesta abajo por un camino de tierra en condiciones que bordea todo el acantilado de las Breñas ¡Al fin un tramo por el que poder trotar sin parar! Lo que me ha dicho mi compañera me deja con la mosca en la oreja ¿Será verdad que no voy tan mal? Doy por hecho que estoy en el centro y que los que son exclusivamente marchadores hace rato que se han quedado atrás, pero hablar de tiempos buenos cuando llevo más de tres horas ¿Será…? Alcanzo a un corredor que luego me pasará un poco más adelante y escucho a otro grupo de tres que viene detrás de mí. Esta vez son militares de artillería del cuartel de Camposoto y llevan una dinámica muy similar a los legionarios: uno encabeza el grupo y los otros le seguimos, porque, claro, me vuelvo a poner detrás de infiltrada.

Iremos sobre el km 21. El abductor de la pierna izquierda comienza a molestarme, los gemelos, cuádriceps y rodillas, de lujo. Muevo los pies dentro de los zapatos para saber si la arena ha podido con los calcetines de ejecutivo pero nones. No noto ni un solo grano de arena. Apuesto a que los que llevan polainas que solo protegen las zapatillas a la mitad y se sostienen con cintas elásticas, no van tan cómodos, de hecho ya los he visto parar para sacudirse los pies.

Todo de lujo hasta el Km. 22 cuando veo frente a mis ojos el mayor repecho de todo el itinerario, y de arena, mucha arena, arena por todas partes. Esta empinada cuesta arriba, ahora, en este momento, en el Km. 22 cuando las fuerzas empiezan a estar justas, es un castigo. Empiezo a subir tratando de ampliar la zancada para hacer el ascenso lo más rápido posible pero no funciona. Por primera vez en todo el recorrido me da un bajón impresionante. No tengo fuerzas, no puedo subir. Ni de coña. Es curioso como puedes pasar de estar bien a estar a cero. Parece que la línea que separa un estado del otro es bastante delgada. A todo esto, el tronco-bastón que me acompaña desde los primeros kilómetros, no os podéis imaginar lo bien que me vino. Lo sujeto con las dos manos y comienzo a subir apoyando todo mi peso en él. Me doy cuenta que no tiene mucho sentido tratar de subir como al principio cuando tienes las fuerzas íntegras. De nuevo hecho mano de la versatilidad y comienzo a subir muy despacio, paso a paso, parando y respirando profundamente, sin mirar hacia arriba. Cuando llego hasta el final me doy cuenta de que no se ha acabado, aún quedan 200 metros de subida por arena, pero la pendiente no es tan acusada. Avanzo despacio, miro hacia atrás y no veo a nadie, delante, las figuras empequeñecidas del grupo de tres se recorta sobre la arena del cortafuegos, y aquí me paro y miro al frente.

LA TRAMPA. BARBATE.

Estoy en el último cortafuegos del itinerario. Todos los cortafuegos han sido difíciles pero este es especial. Es tan salvaje y hermoso al mismo tiempo que me emociona. Su recorrido es de más de 500 metros de anchas ondulaciones, de subidas y bajadas, con una arena dorada, libre de cascajos y tan suelta como la de un desierto. Estoy en La Trampa. He empezado a recobrar las fuerzas. No solo tengo resistencia, también tengo capacidad de recuperación. Me siento libre, cansada como un mono, pero con una sensación de plenitud difícil de explicar. La soledad no me asusta, a veces, quedarte solo es la mejor opción para poder contemplar algo tan hermoso.

Opto por bajar al trote duna abajo y subir muy despacio, paso a paso, las pendientes hasta que veo la flecha que me indica que el camino se tuerce a la izquierda. Son las 14:00 horas, debemos estar a unos 24º y el sol me da pleno en la cabeza. Decido, pasado un tramo tan difícil como este, que el mayor trofeo que me voy a llevar de esta carrera es este tronco-bastón improvisado. De hecho, es ahora mismo el objeto al que más agradecida le estoy. Voy a rasparlo, lijarlo y barnizarlo. No le doy besitos porque me parece excesivo. 

Paso el cortafuegos La Trampa, cruzo una carretera y entro en un camino de tierra. Ando unos minutos para recuperar el resuello y comienzo a trotar. Deben quedar unos cuatro o cinco kilómetros a lo sumo. En ningún momento me he sentido tan cansada como para decidir retirarme, el único punto conflictivo lo superé mucho más rápido de lo que ni siquiera imaginé, tanto como para poder trotar, que es lo que estoy haciendo ahora mismo. 

Delante mía, un corredor solitario, trota con dificultad. Consigo darle alcance y pasarle. Acelera y se coloca a mi lado. Es un corredor alto y pesado. Hablamos un rato, me dice  que el asfalto le genera ansiedad pero que en estas pruebas encuentra su sitio. Un sitio para un hombre grande como él. Ha corrido dos veces los 101 de Ronda y me dice que la gente subestima estas competiciones, pero que es muy difícil correr por la arena, que hay que estar muy fuerte. A él le quedan dos vueltas más y yo estoy a punto de concluir mi primera y única vuelta. Me siento un poco mal por ello.

No paramos de trotar hasta la meta. Ya solo nos quedan 3  Km. o al menos eso creo, porque los kilómetros dejaron de marcarse en el mirador y el resto del tiempo he ido preguntando a otros corredores. 
Vamos todo el tiempo juntos hasta casi el final, pero me fijo en que empieza a respirar muy fuerte, resopla y parece que le cuesta llevar el trote, así que me dice que siga poco antes de llegar.

Vuelvo a encontrarme con Antonio, el lector ex anónimo, que ya ha empezado su segunda vuelta y me da ánimos, cuando de repente escucho el claxón de un coche detrás de mi. Es mi marido, que vuelve para recogerme justo a tiempo (que increible capacidad de cálculo). Levanto mi tronco-bastón haciendo la señal de la victoria y continuo.

Cruzo la alfombra de llegada, deposito mi chip y se acabó.

Nada de vítores, aplaudos, casi nadie espera. Cuando yo termino, la mayoría comienza., cuando yo me quito mis calcetines de ejecutivo y los tiro a la basura, la mayoría los sustituye por unos nuevos., cuando yo este durmiendo esta noche, muchos de ellos culminarán su quinta, puede que sexta vuelta. Ellos si que son héroes.

Las risas escasean, el gesto es serio, los corredores llegan, se duchan, comen y vuelven a comenzar hasta que su cuerpo aguante. Buscan el límite.

Chapeau por cada uno de ellos.

Y yo estoy cansada pero no agotada, de hecho, mientras escribo esto un día después, cuando trato de recordar cada detalle,  apenas percibo unas pequeñas agujetas en mis gemelos y una leve molestia  en el abductor de la pierna izquierda. Tengo machacados los dedos sin uña de siempre, una pequeña ampolla (que pinché con un alfiler en la llegada. Llevaba uno por si acaso) en  el talón del pie izquierdo y poco más. Suciedad por todas partes (evidentemente, hoy no), los hombros quemados y un cuerpo íntegro. Supongo que aquel no era mi límite y hoy, casi 24 horas después, a sabiendas de que todo salió a la perfección y de que hice una carrera casi de manual guardando todas mis fuerzas para la segunda parte, siendo prudente, no puedo evitar preguntarme ¿Hubiese podido con una segunda vuelta? Sinceramente, creo que si.

Tardé 4 horas y 22 minutos en realizar el recorrido y quedé en cuarta posición de mi categoria en la modalidad Trail Bronce. Esto sí que fue una sorpresa. La primera chica entró en 2 horas 33 (increible), la segunda en 3 horas con algo, la  tercera en  4 horas y 7 minutos y después yo.

Cuando vi las listas de clasificación no puede evitar pensar: Vaya, si no hubiese hablado con este y con aquel, si hubiese ido más rápido en  los tramos de tierra o no le hubiese sujetado los bastones a mi compañera mientras usaba el campo de improvisado baño, si no hubiese hecho esto o lo otro... pues igual no lo hubiese pasado tan bien. A todos parecía sorprenderles que fuese la primera vez que hacía una carrera de este tipo,  incluso yo me sentí cómoda en todo momento como si ya llevase varias y ¿sabéis qué? tenía la intuición de que sería así. Sabía que podía ser muy fuerte en las subidas y resistente en el camino. Este hecho ha quedado demostrado.

Eso si, el año que viene, a saco.

Pd: Solo tengo fotos del inicio, y pocas. La cámara se quedó sin pilas. Un pequeño fallo de organización. De todas formas, no pensaba llevarme la cámara, mi intención no era precisamente pasear y tomar fotos, todo sea dicho. Espero, eso si, que la organización tomase algunas.

Pd1: Dejadme hacer unas fotos a mi compañero de viaje el tronco-bastón y mañana os lo presento.





viernes, 23 de septiembre de 2011

EL HOMBRE DE ARENA



Mañana es el gran día.

No estoy nerviosa, pero lo estaré minutos antes de la salida.
He dormido bien y he comido aún mejor (mal díría yo)

Hoy he recogido el dorsal y me he llevado una grata sorpresa: llovía levemente y hacía frío. Firmaría ahora mismo por un día como el de hoy para  mañana.
Por contra, mi dorsal es el número 146 que es un número realmente feo. Ni cincos ni treses. Mal.

Escucho conversaciones a mi alredeor y la opinión del experimentado es unánime, el error del principiante es  subestimar la arena., y hay mucha, mucha arena.

ARENA POR TODAS PARTES

Antes de salir sonará Enter Sadman de Metallica.

jueves, 22 de septiembre de 2011

EL PEQUEÑO DRAGÓN Y LOS SUGUS.



Después de descubrir que la masa pastosa y dulce de los geles de glucosa me gustan un rato largo, he pensado largo y tendido sobre ello. Es lo que tiene descansar cuando no se esta  cansado y estás  muerto del aburrimiento, que piensas.

El lunes me fui a pasear con mi marido. Me tomé un helado de yogurt con sirope de frambuesa (ojo a este dato) y por la noche vi a Bruce Lee vs. Chuck Norris en “El Furor del Dragón”.  Adoro a Bruce Lee, que lo sepáis., y la imagen de la espalda peluda de Chuck Norris en la escena final, donde cae vencido por un grácil Lee que apenas apoya los pies en el suelo mientras golpea al inexpresivo y hierático Chuck peludo (Lee es el único chino del mundo que me resulta guapo) me persigue desde el lunes en terribles pesadillas.



Volviendo a los sugus que me pierdo (no es la primera vez que hago una entrada hablando de algo que nada tiene que ver con la idea originaria) decía que en las horas dedicadas al relax y el asueto, me tomé otro helado de yogurt, esta vez con lacasitos y por supuesto sirope de frambuesa (ojo a este dato, repito) pensando que era una suerte que me gustasen los geles porque parece que la mayoría de los corredores los detesta.  Luego seguí pensando y me acordé del ostiazo que se pegó el Matraca contra un puente, para más tarde darme cuenta que yo también tengo una cicatriz la mar de cuca en la cabeza (más 5 cm) y fue por culpa del azúcar. Concretamente de los sugus. Extraña concatenación de pensamientos.

En el año 86 (Me voy a poner en Modo Viejuna On) y con nueve años tenía una tremenda adicción a los sugus. Y si estos eran sugus de cereza (envoltorio rojo) o de frambuesa (envoltorio fucsia) me volvía directamente loca. Curiosamente, estos dos tipos de sugus escaseaban, se perdían rápidamente, todos los niños se abalanzaban sobre ellos… ¡Preciados sugus de cereza y frambuesa!

Cerca de mi casa había un quiosco cuyo dueño, un anciano cascarrabias que no perdía oportunidad en  engañarte y darte menos por más, se quedaba dormido siempre después de la sobremesa ¿Cerraba el quiosco? No. Dormía allí, como el viejo avaro de Oliver Twist custodiando sus tesoros y si te acercabas, se despertaba de inmediato para despacharte, robarte y seguir durmiendo un rato más.

Tenía el adorable ancianito varias cajas de sugus justo detrás de él, apoyadas en una estantería y cerca de la  puerta del quiosco que siempre, siempre, estaba entreabierta.

La maquiavélica mente de una niña de nueve años adicta a los sugus tramó un sencillo plan. Estaba canija y era ágil como el mismísimo Bruce Lee. Solo tenía que abrir un poco la puerta, meter la mano, alcanzar los sugus y largarme de allí.  Primero se lo propuse a mi hermano Miguel, brazo ejecutor de mi cabeza pensante, pero lo rechazó, aunque me acompañó para cubrirme las espaldas en caso de necesidad.

Dos niños adorables.

A las 15:00 de un día lectivo del año 86, una pequeña Suricata de la Pradera, aún con su uniforme del colegio, se acercó lentamente a la parte trasera del quiosco mientras el Can Cerbero dormía plácidamente, y abrió un poco, solo un poco, la puerta del quiosco preparada para la rápida maniobra. Entonces un hierro me golpeó en la cabeza. Fue brutal. No sentí nada. Un golpe seco y me quedé allí parada mientras un hilo de sangre  me manchaba  la cara, camisa y uniforme.

Mi hermano salió pitando y yo permanecí de pie sin saber muy bien que hacer. El viejo avaro, que había puesto un hierro en la puerta para evitar que nadie le robase y de paso se llevase un buen susto si lo intentaban y poder seguir durmiendo placidamente sin contratiempos, me miró, grito, me levantó en brazos y salió corriendo mientras gritaba:

¡La madre de esta niña! ¡La madre de esta niña!

Mi madre apareció y se puso a gritar como una histérica ante la imagen de una mini Carrie ensangrentada y ojiplática, mi padre se quedó pálido y quería pegarle al tierno anciano, mis hermanos flipaban y yo seguía callada, sin llorar, como si estuviese dentro de una película con un final inesperado.

Me pusieron un montón de puntos en la cabeza, el viejo del quiosco me regaló una caja de sugus entera, no fui al colegio aquella tarde, mi madre me compró unos cuentos y me convertí en una especie de héroe entre los niñ@s de la calle.



lunes, 19 de septiembre de 2011


Uno de los cortafuegos del itinerario.


Y a falta de cuatro días para la prueba, esta última semana de entrenamiento improvisado e inventado queda así:

Lunes, miércoles y viernes, Fitness. Nada de dobletes. Me he centrado en cada modalidad por separado y poniendo el 100% de mí esfuerzo. Así, para los ejercicios de fuerza he aumentado el peso en todos los grupos musculares con una intención clara: si me da un “pajarón” de esos, pongo el piloto automático y que me lleven las piernas.

Lunes y miércoles pesos entre 5 y 10 kilos.
Viernes 6x10: pectoral (20 k) bíceps (10 k) tríceps (5 k) espalda (24 k) piernas (20 k) Igual los dos últimos viernes de estas tres semanas de mini-entrenamiento.

Martes: Cambios de ritmo. El martes me fui al parque. Ese recinto de 1456 metros que tanto me gusta. Con una temperatura de 28º a las 20:30 tenía ganas de cualquier cosa menos de correr. Cuando no tengo ganas de correr prefiero hacer algo específico para olvidar la desgana, y a ello me puse. Sin calentamiento previo rodé a un ritmo alto sostenible esos 1456 metros que salieron en  8’ 20’’  a un ritmo de 5’43’’ La vuelta de recuperación en 6’20 y vuelta a empezar. La segunda tanda a 8’5’’ y 5’33’’ la recuperación un poco más rápida esta vez, y la tercera vuelta a 8’’ clavados lo que da un ritmo de 5’29’’ Me sentí muy bien. Fuerte. Con la sensación de poder acortar la distancia en el descanso de recuperación (no tengo gps, uso las distancias como referencia para calcular los ritmos). Esta forma de correr no tiene nada de bucólico.  Después de tanto rodaje aeróbico necesitaba algo como lo del martes.

Jueves: 1.26’’ con control de pulsaciones. La idea era mantener las pulsaciones en torno al 60-70 % de la capacidad aeróbica máxima. Vamos, rodar sin pasarme de las 140-50 ppm.  Mi corazón ya no esta loco como al principio. Ahora es un corazón ordenado y metódico.  Con mi cinturón de hidratación, las barritas, y rodando en las salinas para no ofender a nadie con mi maximus porcus, el experimento fue un éxito. Es más, a partir de la hora, las pulsaciones se mantuvieron estables en 139-43 que es menos de lo que tenía planeado. Por supuesto cansancio cero, fatiga cero, dolor cero, piernas OK.

Domingo: Día grande y último rodaje largo precarrera. Me fui hasta Cádiz con la mochila de hidratación con un peso aproximado de 2 k. Ayer hice algo así como “una prueba antes de la función” y no puedo estar más contenta. Probé la mochila, probé los geles, probé el Gatorade y las gafas de running marca Kalenji (19.90€). Un montón de cosas para mi libro de las primeras veces.

Por partes.

La más importante ¡Coño, que he ido hasta Cádiz corriendo! No en autobús, no en tren, ni en bici ¡Corriendo con mi mochila a cuestas! Salieron casi 19 km (18.965) a un ritmo de 7´33, lo que no esta mal teniendo en cuenta el peso añadido. Salí temprano con el sol aún en lo alto e hice los primeros 8 km por el sendero de tierra que une San Fernando-Cádiz saliendo desde bahía sur hasta la depuradora. Muy lenta la primera hora e incrementando el ritmo después. Procuro beber agua cada pocos minutos y la válvula de silicona de la bolsa de hidratación funciona a las mil maravillas.

Gafas: No se puede pedir más por 19.90 €. Ligeras, con pieza de silicona ajustable, lentes oscuras pero con nitidez suficiente, no se mueven del sitio… Un éxito.

Sobre de gel: ¿Estáis seguros de que solo lleva glucosa y cafeína? Mira que una ya tiene un rodaje a cuestas y aquello no era normal.  Primero, está buenísimo, es como comerse un osito de gominola licuado con sabor a frambuesa. Quiero más… Total, me lo tomé a la altura de la depuradora (entrada Cádiz) sobre la hora, y el efecto fue increíble. Partiendo del hecho de que aún no estaba cansada, aquello actuó en forma de extra de energía traducido en “corro más rápido pero no puedo evitarlo” Me miro en los cristales de los escaparates del Carranza y descubro con asombro que no voy tan despacio, de hecho mi ritmillo es aceptable, ya no parezco una trotadora feliz… Me lo podíais haber dicho ¿no? Los geles ya tienen nombre: Ositos gominolas.



Mochila: Se mueve un poco a la altura de los hombros a medida que te bebes el agua y el peso disminuye, pero tampoco va mal. Si la ajustas a tope (mi caso) el único contratiempo es que te aplasta las… Nuevamente no se ha tenido en cuenta esta diferencia entre hombres y mujeres. Igual el diseñador de mochilas Quechua ha visto pocas mujeres., o puede que aún llore al recordar la última escena de Brokeback Montain.

Gatorade: ¿Os podéis creer qué nunca había probado el Gatorade? Es de esas cosas que están ahí, las conoces, pero no las compras. En realidad, me sacas del agua y pocas cosas extras he probado (bueno., vodka, vino, cerveza… No solo de agua vive el hombre. Siempre con moderación, eso si)  y el Gatorade es una de ellas. Pero mola. Me gusta.

Y eso es todo amigos. Poco puedo hacer ya. La clase de Fitness de hoy me la salto por una caminata (molestia en el abductor izquierdo. Ese va a ser mi talón de Aquiles en un futuro), la del miércoles y el viernes ídem, y ya solo quedan dos pequeños rodajes de 40´ y  20´ el martes y miércoles con dos días de descanso antes del sábado.

Fin de mí improvisado entrenamiento de tres semanas.

He sido constante y lo he llevado a cabo. Reconozco que me siento orgullosa de ello.


Indio ver turbio.

Mañana contar resumen semana. Ahora sueño. Tirada larga pre-carrera 2.30´ Indio viajar lejos usando solo piernas.


Indio necesitar dormir.


http://www.gmap-pedometer.com/?r=5091083


Hau.

martes, 13 de septiembre de 2011

CINTURÓN DE HIDRATACIÓN Y RODAJE DOMINGUERO


Este es mi cinturón de hidratación. Aparte, tengo la mochila.

El domingo hice un pequeño experimento de lo que me puedo encontrar en las Breñas. Me puse mi cinturón de hidratación marca Quechua con una botella de 75 cl y me llevé dos barritas de salvado de avena, orejones y chocolate. Correr es la excusa perfecta para poder comer este tipo de delicias sin sentir remordimientos después.

Un segundo please.

Hablemos de cinturones de hidratación ¿Quién diseña este tipo de cosas? A buen seguro un hombre, esta claro. Veamos, el físico femenino y masculino tiene diferencias obvias. La mujer tiene pechos, el hombre no., nuestras caderas están marcadas y son anchas, en el hombre, exceptuando a algunos que tienen el  culo tipo Jennifer López (a muchas les gusta), nada de nada, y menos el fenotipo del corredor.

Ya había probado mi cinturón de hidratación en la marcha que hicimos San Fernando- Cádiz sin ningún problema, pero no es lo mismo andar que trotar o correr. El cinturón tiende a subirse en cada zancada y situarse a nivel cintura por una razón bastante lógica: si no hay nada que lo frene, la energía que generamos en cada zancada es lo suficientemente fuerte para provocar el desplazamiento del mismo. Hasta yo que soy de letras y padezco discalculia grave puedo entender una cosa tan simple.

Así que paso el primer kilómetro sujetando con la mano izquierda el cinturón de los cojones, y más o menos a la altura de la  entrada de las Salinas Río Arillo, una bombilla se encendió en mi cabecita. Si la energía genera desplazamiento solo debo buscar un lugar en el que, dada la propia morfología femenina, este no pueda moverse. Resultado: cintura. Es  la cintura el lugar indicando donde una mujer debería llevar un cinturón de hidratación y no las caderas. En la cintura, bien ajustado, no puede moverse ni hacía arriba ni hacia abajo porque  para  ello habría que aflojar el velcro.

Este cinturón cuesta 200€. Supongo que lo venderán con la chica incluida.
Ni corta ni perezosa pruebo a colocarme el cinturón en  la cintura, apretar lo suficiente para mantenerlo fijo y ¡voilá! éxito rotundo. Ya no me tengo que preocupar más. Puede que vaya un poco ridícula y con aspecto de lechuga apretada por la mitad, pero oye, como decía Quevedo “Ande yo caliente, ríase la gente” Además, alcanzo perfectamente la botella.

Fin de la crítica al cinturón.

Trato de mantenerme en todo momento en umbral aeróbico y a probar la resistencia. Es lo que interesa. La  primera hora transcurre por los caminos de tierra de las salinas con buenas sensaciones y llevando un ritmo que no es ni cochinero ni nada, simplemente no es, se parece bastante al paso de majorette del que habla RA. A las 21:00 más o menos me doy cuenta de un fenómeno cautivador. Cuando el sol se pone todo se vuelve rosa. Es real. Juro que las endorfinas nada tuvieron que ver. Las nubes son de color rosa, el agua es rosada, hay un grupo de flamencos de patas rosa y hasta la luna parece teñida de rosa. Cosa más rara. El fenómeno ya tiene nombre: Momento Kittie. Así, en mi romántica y rosada circunstancia, hago el chequeo formal y permitente y todo va bien. Cero cansancio. Perfecto. Me como una de las barritas y procuro beber agua en pequeños sorbos cada cinco minutos más o menos. Cuando salí de casa estábamos a 27º,  pero las temperaturas van  bajando lentamente. El agua se acaba en 1h40´ Mentira, guardo el último sorbo para el final. A las 2h voy bien pero tengo sed, así que 75 cl es poco, necesito al menos 1 litro. La prueba va a tener 4 puestos de avituallamiento. El primero de ellos a los 5 Km. Luego se van distanciando. El agua por tanto, no debería ser un problema.

A las 2h exactas noto una ligera molestia en  el abductor de la pierna izquierda, nada preocupante, pero me hace pensar que pasará cuando lleve tres o cuatro horas al trote. Eso es el doble de tiempo. Algo me va a doler seguro.

Acelero y cuando corro más deprisa, la molestia remite. Es más lesivo el trote que correr rápido. Seguro. Calculo que llegaré a casa a las 2h20´ y lo hago en 2h9´´ 
No sé que me pasó. A ver llevo dos horas al trote y me marco un sprint final de 9´ Se supone que a esas alturas debería estar cansadísima pero no lo estoy. Aprieto, mantengo el ritmo y voy cómoda corriendo rápido (hombre, con el calentamiento previo ya me diréis) Total, paso del romanticismo bucólico del trotecillo, a sentirme súper-woman.

Y como soy una masoca y una adicta al dolor, subo hasta mi casa (5º piso) por las escaleras y creo que mi pobre corazón se quedó en el rellano del 3º porque subí los últimos peldaños viendo turbio…

¿Cómo es posible que cueste más subir unas escaleras corriendo que trotar dos horas? Pues lo es. Os lo aseguro. Molaría más si fuesen las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia que subió Rocky Balboa a todo trapo, pero me conformo con la estrechez y la falta de glamour de las escaleras de un edificio de VPO.

Estos rodajes domingueros hacen que mi confianza crezca cada día un poquito más. La pena es que solo me queda un domingo antes de  la carrera.

Y la semana queda así:

Fitness:  lunes, miércoles y viernes. Hincapié en los ejercicios de fuerza, subo el peso para todos los grupos musculares, incluidos los ejercicios de piernas.

Martes: 1h. Dividida en 30´ suaves y 30´ cambios de ritmo usando la carretera de Camposoto que esta medida en su totalidad en tramos de 100 metros. Son casi 3 Km. 100 m rápidos y 100 m de recuperación. Lo que resta al trote y para casa.

Jueves: 32º a  las 20:00. El infierno en  el parque. Termino la hora de rigor y me voy corriendo a casa  a ponerme debajo del aire acondicionado.

Sábado: descanso.

Domingo: 2h9 ´´

Nada de ascensor. Subir y bajar escaleras. 

El próximo domingo probaré con la mochila, que es lo que posiblemente me llevaré y con algo más de peso.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El MONUMENTO AL DIVORCIO.



En España se divorcian una de cada tres parejas. Tenemos el honor de encabezar el ranking europeo con un aumento de separaciones en la última década que va de las 36.072 rupturas en  el año 1998 a las 110.036 en el año 2008. Esto supone un incremento del 200 por ciento.
La crisis ha frenado en estos últimos años el goteo incesante de  parejas que deciden vivir por separado. Un breve respiro mientras llegan mejores tiempos. Un oasis en medio del desierto.

En San Fernando, hasta hace pocos días, teníamos un monumento entrañable, El Monumento a la Familia. Muy bonito, si. Ahora se ha  convertido en  El Monumento al Divorcio, adaptándose a los nuevos tiempos.

Os dejo el  texto íntegro que encontraréis también en San Fernando Información No tiene desperdicio.

La Isla tenía hasta poco antes del verano un monumento a la familia en la carretera de Camposoto, formado por la figura de un padre, la madre y los niños. Un coche se empotró contra la rotonda y tiró la figura del padre, que no ha vuelto a reponerse. Ahora, la rotonda y el monumento forman parte ya de la gracia y del chiste, pues ya se conoce como monumento al divorcio por la sencilla razón de que la figura de la madre se ha quedado con los niños y con la rotonda. Es decir, se ha quedado con todo mientras el padre ya no está. Y eso cuando sube el número de divorcios.

¿Qué tiene todo esto que ver con “Las Cosas del Correr” ("Las Cosas del Querer" están de capa caída)? Fijaros en la foto. La rotonda y el citado monumento están en  la carretera de Camposoto, mi lugar favorito para correr, cerca de la Salina Tres Amigos, Río Arillo y antesala del paseo marítimo y la playa.

Al fondo, un corredor solitario,  puede que divorciado o no, recorre los 2,8 Km. de esta ruta que figura entre las favoritas de los isleños.

Para terminar os dejo una canción para despechados de mi adorada Alanis, ya que como decía Alejandro Sanz: “Ya lo ves, que no hay dos sin tres, que la vida va y viene y que no se detiene, amor” 






jueves, 8 de septiembre de 2011

DE LAS SÚPER SERIES.




Este viernes vamos a tener una clase de Fitness especial. Eso es lo que nos ha dicho exactamente nuestro Gigante Verde. Y ha añadido que vengamos preparados (no sé si psicológicamente o con un par de bocadillos en el cuerpo) porque va a ser dura, muy dura.  En su escueta información surgen las palabras Súper Series y termina con un “Es una modalidad de Fitness diferente. Más peso, menos tiempo de descanso entre una serie y otra. Sirve para crecer y marcar el músculo. Si no variamos los ejercicios., si no asustamos al cuerpo de vez en cuando, se estanca y se acostumbra a lo mismo.”

Wow.

Estoy deseando que llegue el viernes.

Ayer aproveché también para fardar un rato sobre mi carrera de montaña el 24 de septiembre. Más que nada por impresionar al personal, que yo soy mucho de batallitas, y después de los ¡Oh! ojipláticos, Gigante me dice que se quiere apuntar con cara de emoción. El Strongman es intrépido por naturaleza, lo dice el manual del “Mesomorfo Perfecto.” Le digo la página web y que no escatime en súplicas vía e-mail… Quién sabe.

Luego seguí pensando en las súper series ¿Qué coño son súper series? ¿Series elevadas al cubo? ¿Series para súper héroes?.. Así que hice mi pregunta al todopoderoso oráculo de Delfos, Google, y después de eliminar la información morralla, encontré la siguiente definición:

“(…) el entrenamiento con superseries está encaminado a obtener un resultado diferente y un desarrollo muscular distinto del que se consigue con un entrenamiento en el que los levantamientos de peso son lentos, concentrados, con mucho peso y pocas repeticiones. Con las superseries lo que queremos conseguir es definir más nuestra musculatura creando unas fibras de calidad en las que la grasa apenas exista.
El entrenamiento mediante superseries nos aporta varios beneficios. Debido a la rapidez de ejecución de los ejercicios el aporte sanguíneo a nuestros músculos es mayor, con lo que estos se mantendrán mejor oxigenados. El entrenamiento se realizará en menos tiempo, ya que las pausas entre los ejercicios y las series a penas existen. Es por esto que el entrenamiento será más intenso consiguiendo muy buenos resultados.”

Wow.

Gigante ha dicho que va a aumentar los pesos así que nuestras súper series serán especiales. Allí estaremos todas, las mismas., y Antonio, nuestro único representante masculino hetero y que por cierto también corre, pero le dan miedo las carreras. 
A veces me pregunto que nos lleva a este grupo de féminas de edad y condición variada a someternos al capricho de este Gigante sin límites que va apretando las tuercas cada vez un poquito más. El otro día hicimos isométricos sobre un solo pie. Me costó tanto que me temblaba el cuerpo de arriba abajo, pero a ver quién era el guapo (la guapa) que se dejaba caer primero. Hace unas semanas, por lo menos 100 encogimientos de piernas (los del enlace son mucho más difíciles, ahora estamos alternando los que veis en el vídeo con encogimientos más sencillos) para trabajar abdominal., si tenemos en cuenta que Dean Karnazes suele hacer en torno a 200 y que él que es un superhéroe, la cosa no pinta nada mal y más tratándose de mujeres.

Más cosas. Otra chica se apunta al running. Cada vez somos más (del gym como no)

¿Fuiste a correr?
Si.
¿Y qué tal?
Muy bien. Quince minutos.
¿Con paradas o seguidos?
Seguidos.
¿Y bien, bien?… ¿Nada de “se me salen los higadillos por la boca”?
No.
Aha.
¿No te cansaste?
Si, pero no mucho.
La próxima prueba con 20´

El Fitness te da una base para el running bestial. Estoy cada día más convencida de ello.