miércoles, 27 de julio de 2011

LA MORCILLA TE DA ALAS

O como pasarse tres días comiendo sin parar y sentirse fuerte en el asfalto.

Hornazo.

 Cuando sea mayor voy a comprarme una casa en Salamanca. Dedicaré el resto de mis días a trotar por las tardes junto al río Tormes y comer farinato con miel por las mañanas. Cuando el duro invierno llegue y cubra con su manto níveo las empedradas y antiguas calles de mi ciudad de retiro, compraré hornazo rellenos de jamón, lomo y chorizo para calentar el estómago. Salamanca es una ciudad que impresiona.

En estas mini vacaciones de interior he probado tres tipos diferentes de morcilla, una especie de sobrasada llamada farinato y que se come dulce o salada y casi siempre con huevo (a todo le ponen huevo) un arroz también con morcilla y carne de caza, patatas por doquier, tortillas rellenas de todo tipo, hojaldres, carne asada y mucha, mucha cerveza. Todo contundente, espeso, sabroso y especiado.

A la vuelta de mi periplo gastronómico-cultural (más de lo primero que de lo segundo) y sin haber levantado más peso que el de la jarra de cerveza y corrido la distancia justa que separa un bar del otro, ayer salí a trotar un poco por el parque.

Tenía miedo porque cuatro días sin correr a mí me parecen bastantes días, la verdad. Si lo pienso, el tiempo máximo que he estado sin salir a correr desde que comencé (hoy hace seis meses) han sido cinco días cuando operaron a mi suegro. Y sin hacer pesas una semana en julio (el gimnasio cierra) y otra en Septiembre del año pasado. Dentro de esa posible apariencia de desordenada y caótica, soy bastante constante con el deporte.

Así que me puse la ropa de trotadora (pantalón corto del decathlon con bolsillos laterales y camiseta de algodón del carrefour de color rosa) y me fui al parque con la intención de recordarle al cuerpo, mi cuerpo, que comer morcillas y sujetarse con firmeza a la barra del bar, tiene un límite… Mi cuerpo, como todos los cuerpos del orbe, tiende a la horizontalidad., y es mi cabeza, como todas las cabezas del orbe, la que tiende a la verticalidad de la razón.

Así pues comencé mi trotecillo romántico, pausado, mirando como lentamente la oscuridad se adueñaba del parque, saludando a otros corredores, sin cansancio, sin pesadez, sin que los tres tipos de morcilla interrumpieran la bella conexión entre el entorno y yo… Y los minutos van pasando y me siento feliz y el cuerpo responde retozón y sonrío y todo es guay a mí alrededor. Trotar mola. Trotar no es aburrido.

Me da por pensar que podría hacerlo todo trotando, es decir, si escalonamos el movimiento de marcha en tres: andar-trotar-correr, podría saltarme el que usa todo el mundo, andar, y hacerlo al trote:

Me levanto y recojo la casa al trote.
Voy al mercadona y recorro los pasillos al trote.
Compro el pan y vuelvo a casa trotando.
Si hay que parar, pego saltitos en el sitio para continuar al trote.
Si paseo con una amiga, ajusto el trote a su ritmo.

Elegir trotar como medio de locomoción.

Cuando me doy cuenta llevo una hora ¿Ya? y faltan quince minutos para las once y mi marido ya estará pensando ¿Dónde se ha metido esta mujer? Así que, con una desgana mortal, troto hacia la primera salida, pero después me arrepiento y decido salir por la última y cuando llego a la última vuelvo a pensar: jo… No quiero.

Y le doy dos vueltas a la farola, como un mosquito en torno a la luz y en lugar de salir por la última salida, continuo hacia arriba, el tramo final del parque, que tiene desde la farola hasta la palmera del fondo (gracias Gmaps pedometer) 515 m y así hago un poquito más, por si me canso y esas cosas.  La ida y vuelta suman 1,03 km. Dejo el romanticismo bobalicón del tipo: ¡Los suspiros son aire y van al aire! ¡Las lágrimas son agua y van al mar! Por algo más contundente: Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. Y corro. Ahora si. Y con el crono listo. El primer km sale a 6,10 y me siento perfecta. Ni cansada ni nada de nada. Vuelvo a pensar: Que co*o… Otro más. Y preparo el crono de nuevo y el segundo km me sale a 5´58 y sigo bien. Llego a la farola-salida y como no me de prisa me cierran el parque, pero me apetece muchísimo hacer un último km, ahora que al fin siento el corazón y me pongo a ello, un poquito más rápido a ver que sale, ligera pendiente hacia arriba los primeros 515 metros y después ¡a correr! y queda en 5´34 y más feliz que una perdiz.
Entonces llega el chico de la moto (el que cierra el parque) y me dice que son las 23:04 y que me ve muy animada y eso, pero que tiene que cerrar.

En total 1h19´´ y los tres últimos km en 17´02´´ que son vuestros cochineros pero para mí significa velocidad punta.

Han sido las morcillas. Seguro.

La morcilla te da alas.

10 comentarios:

  1. Esta entrada parece que la hubiera escrito Chuck Norris. Estoy empezando a pensar que Danae no existe y que es la tapadera de un animal de gimnasio rudo y primitivo. Que si desayuno con farinato, que si la única barra que levanto es la jarra del bar...vamos, todo propio de la más delicada de las damiselas. Pero me gusta, traes a la blogosfera un aire nuevo de desparpajo que hacía falta.
    Y sobre tu progresión corriendo, simplemente guarda estas entradas para que en invierno te rias de ella por los ritmos a los que ibas. Cuando llegue el frio te vas a salir, no tengo dudas, tú sigue ahí entrenando entre panceta y panceta.

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  2. Je je je!!! Has disfrutado de tus vacaciones de lo lindo, comida y cerveza, que mas se puede pedir, tambien los corredores somos mortales y tambien se vale cargar el tanque y como en los bares, muchas veces uno se sale hasta que lo corren porque ya van a cerrar, asi tu en el parque je je je!!!
    Un abrazo Danae!!!

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  3. Espectacular relato compañera
    Parece que trotábamos contigo porque... ¿a que trotar mola?...

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  4. La cantidad de derivados del cochino que se ingieren es inversamente proporcional al ritmo al que se corre después de digerirlos. Cochino y cochinero, como buenos polos del mismo signo, se repelen entre sí... :)

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  5. Buenísima la entrada, me guardo el truco de la morcilla y la cerveza, jejeje.

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  6. Tapear por Salamanca es una pasada, lo sé de primera mano y primera boca porque la familia de mi mujer es de allí, y voy al menos una vez al año. Te has quedado sin probar la ternera morucha, las proteínas de calidad son muy importantes para los corredores, je, je.

    A disfrutar como siempre y a seguir mejorando, y por supuesto continúa contándonoslo igual de bien, un abrazo.

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  7. Ya tenemos otro nuevo ritmo de entrenaimento el ritmo "morcillero". Que disfrutes de las vacaciones

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  8. >> La morcilla te da alas.

    Más que alas, lorzas... :D

    Muy buenos esos últimos kilómetros, aunque mis preferidos siempre serán los primeros. :)

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  9. Ahora toca reponer fuerzas para afrontar el año, con las pilas cargadas... las vacaciones me dan "miedo" a mi, he cogido 4kg estos días y aun no empezado las vacaciones.
    A seguir disfrutando de los buenos manjares que ofrece esa tierra.

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  10. Me encanta Danae, es que no se puede ser mas ocurrente jajaja buenísimo.

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