Hace unos días escribí que correr con viento era como empujar un muro invisible. También me preguntaba como sería correr con más de 25º.
Hoy, a partir de las doce del mediodía, las temperaturas se han acercado a los 30º y el viento ha vuelto a hacer acto de presencia. Aquí es normal. Calor y viento; viento y calor. Cuando llegan los meses de verano, el levante se instala durante días y días, y no nos queda más remedio que esperar en casa para poder ir a la playa. Una playa preciosa, larga, azul, de olas impresionantes y completamente virgen. Ni un solo hotel, ni una sola casa. Un par de kilómetros de arena blanca, salvaje, azotada frecuentemente por el viento., viento capaz de levantar los puentes de madera e imposibilitar el paso, a no ser que uno se meta dentro del caño que, a modo de defensa, separa de forma natural la playa de la carretera. Sin lugar a dudas, una de las mejores playas de la provincia ¿Quién construiría hoteles aquí, con este viento? ¿Quién se arriesga a perder una semana encerrado mientras el viento sopla tan fuerte que ni la piscina del hotel es una buena opción? Nadie. Por eso nuestra playa seguirá siendo una playa virgen durante mucho tiempo.
Así que viento y sol. Si el viento es como empujar un muro, el calor es como soportar una manta en la cabeza. Empujar un muro con una manta en la cabeza. Esta es la definición más aproximada que encuentro al rodaje de hoy.
Salgo a las siete de la tarde y nada más poner el primer pie en la calle, sé que debería haber esperado a las ocho, pero ya no me voy a volver.
Una hora y el cronómetro a punto. Empiezo antes y sigo el mismo recorrido. Un suplicio de principio al fin.
Las cuestas, las leves cuestas que andando son imperceptibles, corriendo con este calor parecen montañas, un simple desnivel del terreno se nota en las piernas, en la respiración, en el viento que empuja más, en el calor que pesa más. Sin embargo, los desniveles favorables, los que van cuesta abajo, se sienten como un refresco, como un oasis. Te recuperas, respiras, aceleras. Los eucaliptos que acompañan el descenso, parece que cantan movidos por el viento como si fuesen gigantes con brazos pesados, laxos y su sombra y el viento que se filtra por sus ramas, te sabe a gloria. Pero hay pocos eucaliptos. Hay pocos árboles en general.
Mientras, el sol desciende lento, y es increíble que las puestas de sol sean tan rápidas otros días y que hoy, sin embargo, este se haya quedado anclado en el mismo sitio. Miras una y otra vez y sigue ahí, redondo, grande, achicharrante.
No llevo gorra., no llevo protección solar., no llevo gafas., no llevo agua y, por no llevar, no llevo ni las llaves de casa (me abren cuando llego). El agua no me preocupa porque no tengo sed. En los dos meses que llevo corriendo no me he visto nunca en la tesitura de tener que parar por culpa de la sed. Es algo que aguanto muy bien. Hay personas que necesitan beber agua continuamente, cada media hora. Nunca he tenido tanta sed corriendo que no haya podido aguantar hasta llegar a casa. Esa es la verdad. No sé que pasará si alguna vez corro más de 10 km, pero por ahora, el agua no problem.
Pero la cara sí que me la he quemado un poco y los hombros también.
A pesar del calor y del viento, no he tenido intención de parar en ningún momento. Total, esto siempre va a ser así. Siempre hará más frío del que nos gustaría o más calor; un viento desagradable o una tormenta que te cale hasta los huesos. La tierra no tiene ningún problema, funciona así. El problema lo tenemos nosotros, tú y yo, las personas que corren. Lo más cómodo sería ir al gimnasio y protegerse de las adversidades atmosféricas pero seguro que no sería tan valioso, seguro que detrás de todo el sufrimiento se esconde una actitud que te hace sentir muy pequeño frente al mundo pero al mismo tiempo muy grande ante ti mismo. El mundo seguirá funcionando de la misma manera ahora que corro y lo contemplo de primera mano que cuando yo ya no este, y eso te hace –me hace- sentir una espectadora privilegiada. Al menos así lo siento yo.
Aviso: El aumento de la resistencia es directamente proporcional al aumento de la introspección metafísica. De locos.
Tiempo empleado: 1h´00´49
Distancia: 8.800m
Ritmo medio: 6´54 m/km
Velocidad: 8,68 km/h
Frecuencia cardíaca: Ni idea. Mal cuesta arriba; bien cuesta abajo y a la sombra.
Sensaciones: Negativas. Para la próxima vez: salir tarde si hace calor, llevar cremita en la cara, gorra…