El hecho de correr.

No hago más que pensar en el hecho de correr.

Sueño que corro. Me levanto por las mañanas y pienso: Vaya ¡Bien! Hoy me toca correr o bien: Lástima. Hoy tengo que descansar. Quisiera correr todos los días ¿Se puede correr a diario? Correr descalza por la playa; correr por los caminos de tierra. Me gustaría correr todo el rato ¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Qué me pasa?

He establecido una pequeña analogía con este sentimiento y otra actividad que me hace sentir exactamente igual y no están –ni por asomo- relacionadas de manera alguna. Me refiero al crochet. Al arte de las abuelitas de portal, con sus agujas y sus ovillos de algodón, que pasan las tardes muertas, hieráticas, concentradas y abstraídas, junto a la puerta de sus casas viendo como el mundo pasa. No., no ven como el mundo pasa; ellas se han quedado ancladas en la absorta contemplación del movimiento mecánico de sus manos mientras el mundo transcurre. Ellas están en otro sitio.

Mi madre me enseñó a hacer crochet a los nueve años. Me enseño cuatro puntos básicos y luego yo aprendí muchos más. Sola. Me encerraba en mí cuarto tardes enteras, horas, hasta que mi madre me llamaba y descubría, maravillada, que había pasado mucho tiempo. Mucho más tiempo del que creía. Un punto muerto. Ahora hago mantas de crochet. Para terminar una manta se necesitan entre doce y dieciocho meses, dependiendo de la manta, la lana o la dificultad del punto.

Un gran proyecto para el sofá

Cuando comienzo una manta, primero una idea germina en mi interior, luego la materializo dibujando un proyecto, más tarde compro el material y me aseguro que sea lo suficientemente bueno y en la suficiente cantidad como para poder concluir mi tarea sin contratiempos. Nunca pienso en el final. Nunca pienso que voy a terminar la manta que empiezo. Si pienso en ello, en el final, lo hago como algo inevitable, algo que tiene que llegar, una consecuencia pero no una finalidad.

Cuando salgo a correr tengo la misma sensación que cuando hago crochet. Cuando hago crochet solo tengo que mover los dedos de forma mecánica muchas veces; cuando corro, solo tengo que mover las piernas de forma mecánica muchas veces. En ninguno de los dos casos pienso en el tiempo o en una meta a no ser que sean proyectos pequeños, definidos (5km, un pequeño tapete para regalar) Por eso cuando salgo a correr durante mucho tiempo, independientemente de la velocidad, me siento igual que si estuviese haciendo una manta. Me molesta parar. Me molesta que me interrumpan.  Llegar, terminar es siempre una consecuencia.

Un pequeño proyecto

Corro muy despacio. Lo sé. En realidad lo mío es footing y tampoco creáis que me incomode demasiado. El rodaje más largo que he hecho hasta ahora ha sido de 1 hora 17 minutos y fue porque se acabó el proyecto que había planificado antes de salir de casa, si el proyecto hubiese sido mayor, podría haber seguido corriendo. Es fácil. Solo hay que mover las piernas: *un, dos; un, dos*. Cuando hago crochet solo tengo que mover un ganchillo con los dedos muchas veces según un patrón fijo: *7pv; 3cd; 7pv; 3cd * por ejemplo. 

¿Divertido? No. Yo no diría que es divertido. Divertido es ver una película o salir con los amigos. Es mecánico y al ser mecánico te abstrae de alguna manera del tiempo, de la conciencia real y termina reportando una sensación de felicidad que no sabes muy bien de donde viene y, es más, no todo el mundo comparte.

“*”: En crochet el asterisco significa “repetir patrón de * a *”