¿Quién dijo miedo?
Lunes a las 21:30.
34º de temperatura. Sensación de humedad aplastante. Cero brisa.
¿Fitness? Ya sabes lo que toca el lunes. No. Hoy no. Hoy tengo una cita mucho más importante.
Llego tarde a casa, lo justo para cambiarme y salir pitando al gimnasio, pero en el último momento cambio de planes. El día es exactamente igual al de aquella fatídica noche en Dos Hermanas, la misma temperatura, la misma hora y una sensación pegajosa de humedad que, esto si, nada tiene que ver con el ambiente seco de Sevilla, pero acrecienta más si cabe la sensación térmica de calor.
Muchos corredores. Calor. Pongo el crono a 0:00 y camino hasta el punto de salida ¿Qué quiero hacer? Aún no lo sé. Muchas veces creo que mi subconsciente sabe las cosas antes de trasladarlas al hemisferio consciente.
Comienzo a trotar muy suavemente y miro en cuanto hago los primeros 500 metros para tener una referencia de cual va a ser mi ritmo cómodo: 7´/km. En un día como el de ayer, es absurdo obsesionarse con los ritmos, ya es suficientemente meritorio salir a correr con 34º. Así que este detalle no me preocupa en absoluto.
Empiezo a sudar muy pronto, pero al contrario de lo que esperaba, no me siento pesada, el calor no me comprime la cabeza, los oídos no se cierran, nada me ocurre excepto que sudo, pero por lo demás avanzo sin complicaciones.
Ya puedo correr con calor.
Un corredor tiene una única sala de entrenamiento. Una sala un tanto especial. No tiene aire acondicionado, ni parqué de madera; no tiene un vestuario cómodo con lavabos a pocos pasos, ni sotisficadas máquinas que hacen el trabajo sucio por ti.
La sala del corredor no te regala nada, ni tampoco se excede en explicaciones. La sala del corredor es austera, ecléctica, exuberante, nihilista, conceptista, culterana, parca y abundante. Y a veces puede serlo todo y a veces puede ser nada.
La sala del corredor es un amante difícil de conquistar, pero cuando lo consigues, lo amas para siempre. Como se ama lo utópico, lo imposible, lo lejano, lo que no se posee nunca del todo.
Ya puedo correr con calor.
Cuando voy por el tercer kilómetro descubro que las tres fuentes del parque, las tres, están cerradas. Estoy corriendo en un precioso parque con tres fuentes sin agua y un bar abierto ¿Es extraño verdad? Siento temor. Luego me tranquilizo porque no solo voy cómoda, además me siento ligera, y os puedo asegurar que mis 58 k compactados en mi 1,58 de estatura pueden ser muchas cosas (grasa desde luego no) menos fluidos.
Y las piernas, pobrecitas mías, cantan al unísono tan campantes, pasando olímpicamente de la técnica de carrera, a su libre albedrío, suaves como guantes, sin acusar las sentadillas, ni las zancadas, ni los ejercicios de abductores del viernes:
Sabes que no me convienes, mi mami no quiere verme con mujeres como tú.
Sé lo que dice la gente, pero a mí me gusta verte sola en mi habitación…
Cuando me doy cuenta voy ya por los cinco km y nada me aqueja, nada me molesta, es el ecuador de lo que voy a hacer, ahora que ya lo sé: voy a correr la carrera de Dos hermanas en el parque. Y lo hago. No hay agua pero no hay sed. Todo es bondadoso en mi salida porque es íntegramente cómoda. Las piernas, a veces, tiran más rápido de forma natural, pero no en grandes zancadas, que va, aumentan la cadencia. Ese el truco para las distancias largas. No es el tamaño, es el número.
Los 10 km llegan para un ritmo de 6,50 cómodos (podría haber ido más rápido desde el km 3 sin problemas) y ni siquiera he sudado demasiado, solo al principio, y no he tenido sed. Cuatro décimas por debajo de la carrera de Dos Hermanas y completamente entera.
Así es como se hacen las cosas. A esto se le llama: LOGÍSTICA Y ENTRENAMIENTO.
Ya puedo correr con calor.
¿Hoy? Calor y levante en rachas de 60km/h.
Me voy a mi sala del corredor, la más hermosa de todas y bailaremos un vals.
¡Pues si que es una gran noticia poder correr con calor! Sobretodo con ese calor de 34º!!!! La de corredores y corredoras que te envidiamos. Me acordaré de ti cuando vaya sudando a las 14:00 p.m. entre chicharras por un desierto carril bici ;D
ResponderEliminarDe todas maneras yo que tú no tentaría a la suerte con la hidratación, aunque no sientas sed, no le quites el ojo.
Me alegro que hayas destrozado a ese fantasma de Dos Hermanas. Si es que correr es poder... o poder es correr... o querer es correr... mmmm... Vamos, tu me entiendes, que todo es ponerse y se consigue.
Un saludo
Jajajajajaja! Pingüina, te entiendo.
ResponderEliminarPero los 30 kilometrazos tuyos del otro día si que son para quitarse el sombrero...
Para terminar de fulminar ese fantasma el año que viene la corremos juntas :D
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