Hay un vacío en mí…

Pues si. Padezco una especie de depresión post-competición. Desde hace una semana, las salidas han sido cortas, las sensaciones pésimas. El martes de la semana pasada rodé solo 20’ y sentía (no uso pulsómetro) las pulsaciones por las nubes, unas ganas de parar irrefrenables y, lo que es peor, esa sensación de vacío.

El jueves lo mismo de lo mismo durante 40’ y el domingo… El domingo arrastraba una resaca de campeonato. Sin embargo, pese a estas malas sensaciones, si algo ha definido estos días atrás ha sido la euforia. Puede parecer una contradicción pero no lo es. La cuestión es que no podemos celebrar eternamente., y luego, luego aparece el que. Mejor dicho ¿Y ahora qué?

Sé que algunos de vosotros me diréis la media, pero la media aún no me ha llamado. Las carreras, por si no lo sabéis te tienen que llamar, como el canto de las sirenas que seduce a los marineros. Igual. Una media me genera una ansiedad difícil de explicar y que se resume en muy pocas  palabras:

No corro lo suficientemente rápido.

No es la distancia, es la velocidad.

Así que la semana pasada ha sido una semana extraña. Felicidad por un lado, sensación de vacío por otro. Creo que eché de menos mi mochila cargada a la espalda en la primera salida, pensé que me sentiría libre y fue exactamente lo contrario.

Hubo también cierto desgaste físico después de los 28 Km. Ya contaba con ello. Puede que termines muy bien, de hecho lo deseable es terminar bien, pero no deja de ser un esfuerzo considerable que pasa factura durante unos días. Las malas sensaciones ya las esperaba (en Fitness también ocurrió, pero menos) pero esa especie de depresión existencialista tan acusada, no.

La semana fue bipolar, marcada por la euforia, los excesos y la melancolia post-competición. Porque el sábado hice mi última gran celebración y me fui a Cádiz con unos compañer@s del gimnasio. Me acosté a las 07: 20 de la mañana después de comerme un bocata de jamón nada más llegar a casa. Todo el mundo sabe que cuando sales de fiesta el hambre canina aparece a  las seis de la mañana más o menos. Tienes que comer por fuerza. Me lo pasé de escándalo, todo sea dicho ¿Os digo lo que bebí? Mejor no. Bueno, si: seis vodkas con limón y  dos cervezas. Ya lo he dicho. Se ve que lo mío es la resistencia se mire por donde se mire. El domingo era un zombie. Pero no un zombie como los que describe Isidro en su blog, más bien un zombie con un dolor craneal no visto en mucho tiempo que se arrastraba por el hogar balbuciendo:

Caféeeeeeeeeeee…. Aspiriiiiiiiiiiiiiinaaaaaaa

En fin. Que me quiten lo bailado.

Este lunes sin embargo, me he levantado con sensación de purificación y claridad mental. Necesito unos días de Paz y Amor e ir buscando un objetivo lo más rápido posible. Por lo pronto he empezado una dieta específica para bajar el porcentaje de grasa corporal sin disminuir la masa muscular, ya os iré contando en que consiste.

Pd: Hoy he quedado con dos amigas del gimnasio, Una de ellas empieza y otra ya lleva un par de meses. A ver en que queda el asunto.