Ayer me acompañó mi marido a correr. Lleva un tiempo desaparecido del tema. Tiene mérito correr una hora seguida (aunque termine a punto de morir) sin parar, dos veces al mes. Estoy segura de que, manteniendo mi constancia y mi regularidad, hace mucho que me hubiese dado siete vueltas, pero no le gusta correr. No le motiva como a mi. Para él, correr tiene que tener siempre una finalidad práctica y para mi la finalidad es lo de menos. A él le gustaría ser constante (aunque no lo consiga ¡Quién sabe en un futuro!) para perder peso –finalidad-; yo pienso que me vendría bien perder algo de peso para poder correr más. Son dos ópticas diferentes.
Me acoplo a su ritmo pese a sus protestas. Me da igual. Bastante me ha costado ya convencerlo como para encima dejarle solo, así que sesión de rodaje la mar de tranquila y relajante. Una hora a 7´24 me deja una sensación final de no haber hecho nada de nada, de tener todo el reservorio de energía intacto y por usar. Pero no importa porque estas sesiones son increíblemente satisfactorias para la psique, me hacen sentir muy bien conmigo misma y con el entorno y, siempre, esa sensación de poder rodar, rodar, rodar incansablemente. Es un entrenamiento a bajas pulsaciones (en este caso a grandes sensaciones con bajas pulsaciones) de los que le gustan a mi compi Rundy. No puedo más que decirle: Tienes razón, correr así, limitando el esfuerzo, dejándose llevar por un ritmo tan cómodo, es muy placentero y gratificante.
Lo curioso es que ayer salí con miedo. La semana pasada ha sido una semana de excesos, sobre todo en la comida. Dos únicas salidas, unos 17 kilómetros aproximados, nada de descanso activo, escapada con las amigas del gimnasio con su respectivo alcohol reglamentario y su respectiva resaca del sábado y mucha, mucha comida basura.
Sin embargo, ni pesadez de piernas, ni dolor de cabeza, ni asfixia al correr… Nada. Todo fenómeno. Es curioso. Al final, no pasa nada porque una semana no sea tan buena como la anterior; no pasa nada por descansar unos días o salir dos veces en lugar de tres si es algo ocasional y no una constante.
Por otra parte, mi marido tiene los mismos ritmos que yo al principio y para él la sesión ha sido como cinco veces más dura, lo que me ha servido de comparativa. A veces, si no echamos la vista atrás, no tomamos conciencia real de lo que vamos avanzando. Ayer me di cuenta de mis progresos en poco más de dos meses. Cuando comencé, rodaba a 8´m/km durante unos 20 minutos y hacía 3 km ó 4. Hoy, esto mismo, ya no me parece gran cosa. Es casi como andar. En un futuro –quizás-, cuando haga una retrospectiva como la de ahora, piense que hacer 8 ó 10 km, no es más que una sesión de relax. Quien sabe. Ayer lo fue.
Datos 10/04/11
Tiempo empleado: 1h´00´48
Distancia: 8´2
Ritmo medio: 7´24
Nivel exigencia: 2
¿ a 7:24 es caminar rápido, no? :)
ResponderEliminarNo lo obligues, te verá sonreir más a menudo, estar más contenta, hablar de tus rodajes, de tus retos, de tus próximas carreras, te acompañará a alguna carrera, te verá más guapa...y un día por sí mismo, se preguntará que quizás él también debería iniciarse con constancia. Igual que a los hijos, debe encontrar su camino.
Por lo demás siempre se agradecen tus entradas con tanto positivismo.
Tienes razón y si una semana somos un poco "malos", no importa, la cuestión es que sea de vez en cuando.
ResponderEliminarSi no encuentra motivos para correr y no le apetece, no debe hacerlo. Si finalmente te decides a ir a alguna carrera, y te acompaña, y ve el ambiente, puede que encuentre un motivo.