Miedo y Prudencia

¿Es en este caso el miedo la mejor opción? Si. Estoy de acuerdo con Gonzalo. Tener miedo (temor de dios), entendiendo por miedo un respeto de mucho cuidado que implique prudencia, es la mejor opción dadas las circunstancias. Ya sé lo que es subestimar el esfuerzo, llegar sin preparación, sobrada y pensando que aquello estaba chupado. Me pasó en Sevilla. Aquel 10.000 ha sido y de momento es, la peor experiencia por la que he pasado. Cometí infinidad de errores y si bien llegué a la meta lo hice arrastrándome por el esfuerzo. Todavía intento recordar una situación que se asemeje a aquella en nivel de sufrimiento y no la encuentro. Perdí dos kilos, los días posteriores solo quería beber cuanto líquido cayese en mis manos y mis salidas después de la carrera estuvieron todas marcadas por malas sensaciones.

Después de aquello, todo ha sido progreso, progreso y más progreso.

No he dejado de correr en julio y agosto. Ninguna semana se ha cerrado con menos de tres salidas y en ambos meses he sumado unos 220 Km. Vale, no son muchos, pero en todos ellos, el calor ha sido el principal protagonista. Después de Sevilla, anoté en mi cuaderno la temperatura con la que salía a correr cada día. Más o menos así:

Fecha-Temperatura-distancia-tiempo-ritmo.

La mejor sensación de este verano fue correr por el parque aquellos 10.5 Km. a 35º y hacerlo de una pieza y mejorando el tiempo de Sevilla. Me quité una espinita. Fue como pegarle una patada en el culo a un fantasma que me hacía cosquillas. A veces el éxito no reside solo en llegar a la meta sino en hacerlo bien.

Anoche, mientras trataba de dormir en una mis sesiones nocturnas de hiperactividad mental, la distancia de la carrera me golpeó en el pecho. Sin previo aviso. De repente, lo vi. 28 Km., son casi 30 Km., un kilómetro detrás de otro, todos juntos. No son 8, 10, 15, son casi 30. Volví a sentir miedo o temor, como queráis llamarle.

El miedo no tiene porque ser malo. El miedo te convierte en una persona prudente.  Es la más humana y primitiva de las emociones humanas. Lo difícil es reconocerlo.

En mi caso, me ayudó a entender una evidencia: yo no estoy preparada para correr 28 Km. No he hecho ningún entrenamiento específico para ello, no sé lo que es correr con una mochila cargada con peso y mis dos sesiones montañeras de Arcos dan risa. Vale. La verdad ya la tienes, me dice mi propio miedo ¿Y ahora qué? Pues voy a ir a las breñas si o si. Voy a ir muerta de miedo, pero voy a ir. El miedo es un problema cuando te paraliza, cuando eres incapaz de ver más allá de tu propia nariz, cuando no determinas, eliges, opinas y actúas porque todo te atemoriza. Entonces sí que tienes un problema.

Me encontraré en la línea de salida el 24 de septiembre con dos mochilas: una que contenga el agua y algo de comida y la otra con todo mi temor a cuestas.  He llegado a un acuerdo conmigo misma: nada de locuras, se consecuente y ten miedo. Se prudente.

Prudencia será mi lema.

Buscaréis Prudencia en el diccionario y aparecerá mi cara.

Voy a tratar de hacer el máximo recorrido al trote pero sin obsesionarme, muy despacito y con la Prudencia por bandera, 15 km deberían resultar cómodos con esta premisa, a partir de ahí entro en terreno desconocido, tierra de nadie, ya no tengo referencias.

Con un bolígrafo escribiré en el dorso de mi mano lo siguiente:

15

5

5

1

1

1

Cada vez que pasé una etapa, la borraré con saliva, de tal manera que quedará así a medida que avanzo:

15
5	5
5	5	5
1	1	1	1
1	1	1	1	1
1	1	1	1	1	1

Se me ocurrió ayer. Creo que puede ayudar.

Pd: Esta es la última entrada que escribo sobre el cangelo y otros demonios.  

Pd1: La foto simplemente me hizo muchísima gracia.