lunes, 21 de febrero de 2011

Fin de la primera semana.

Tercer día de marcha. Fin de la primera semana.

Inciso. Miércoles 2 de Febrero.

Ayer no salí a correr porque tenía clase de Fitness y me tocaba precisamente la serie correspondiente al tronco inferior, osease, estas piernecicas mías y la espalda. Caña al mono que es de goma. Que clase más bestia por dios y eso que no cojo mucho peso, 10k para las sentadillas, 5 para estocadas y nuevamente 10 para la espalda. El problema es que, a tantas repeticiones, el músculo duele como si quemara, lo notas duro como una piedra, compacto. Que tortura ¿Por qué lo hago? Pienso mientras mantengo la barra sobre mi espalda y estoy ahí, aguantando semi inclinada, tratando de no temblar, de fijar las rodillas, la espalda recta y formando un cuatro con mi cuerpo mientras cuento: uno, dos, tres… ¡Arriba! Cuando salí del gym parecía que tenía el síndrome de las patejas inquietas y pensé Ya verás tu mañana…

Síndrome de las patejas inquietas según Enjuto Mojamuto

Jueves 3 de Febrero.

Me levanto muy animada. Quiero que llegue la tarde y tengo ganas de correr.
No tengo, a pesar de la machacada del otro día, nada de agujetas lo cual me mosquea. No sé, en Fitness si no hay agujetas no hay resultados. Las personas a las que nos gusta levantar peso, poco o mucho, amamos las agujetas, las mimamos y nos sentimos orgullosas de ellas. Son nuestro trofeo al esfuerzo mayúsculo y sabemos que nos conducen a la definición (poco peso, muchas repeticiones) o al volumen (mucho peso, pocas repeticiones) Pero no las tengo.

 Hoy salgo un poquito antes para evitar la noche en una zona tan descubierta –y solitaria-, como la que yo he escogido para correr y lo hago sola. No me acompaña mi marido porque tiene un examen muy importante esta tarde y no estoy dispuesta a salir a correr a las diez, luego cualquiera se duerme, si yo después del ejercicio podría irme de juerga y terminar en un after hours

Uso unas mallas del gym (son buenísimas, de la marca Isance) hasta los gemelos, una camisa, un cortaviento, guantes y gorrito. Vamos, lo de siempre. Me da un poco de vergüenza (es una tontería) correr sola, es la primera vez que nadie me acompaña y no sé, es como salir a hablar en público o algo así (para una persona tímida como yo eso es lo más peor )
Comienzo despacio, acompasando los pasos con la respiración y hoy no tengo esa sensación de “bah, pero si esto no es ná” ; hoy me cuesta un poquito más, me canso antes y a los diez minutos estoy pensando Ni de coña te pienses que vas a conseguir lo de los dos días anteriores, sin embargo, pasado este tiempo, todo se estabiliza, empiezo a pensar, me relajo, corro pero no miro el final, solo corro, sin pretensiones. No miro el reloj ni una sola vez. Alcanzo el lugar marcado, vuelvo y sigo bien; prosigo hasta llegar donde el otro día y en ese momento la avenida se inclina hacía arriba (para bajar mola) en una cuesta ascendente apenas perceptible pero ¡Vaya si lo noté yo! Que coño, pensé, venga tira, si son unos 200 metros más… y eso hice. Me cansé un huevo –o dos- pero, repito, cuando paré seguí sin notarme “reventada” Hice algunos estiramientos allí mismo (y eso que me daba vergüenza correr sola), saltitos, pequeñas carreras, estiramientos de piernas contra tapia oportuna y perfecta de medida y para casa.
Ahora sí miré el reloj: 30 minutos 4´200 Km. No esta mal.
He terminado mi primera semana y estoy muy muy orgullosa.
 Tengo un objetivo: quiero correr una hora seguida. La distancia me importa menos (mentira cochina)

Un saludo a tod@s los que me leen. Me encanta esto del diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario